domingo, 13 de febrero de 2011

UNSUNG HEROES




Muy menudo nos preguntamos el porqué de las cosas, naturalmente. Si -cuando- tu pareja de deja, si te quedas sin trabajo el día después de comprarte un piso, si encadenas malas rachas una tras otra ... cualquier situación que te somete a una nueva prueba nos hace quejarnos amargamente nos hace replantearnos las mismas preguntas una y otra vez, llegando a la famosa "¿Por qué estamos aquí?" y "¿Cómo hemos llegado a ésto?". Lo curioso es que la respuesta a cualquiera de estas preguntas es la misma.

En 1983, un señor se dirije a su trabajo, se enfrenta a una decisión complicada, y el resultado es todo lo demás.

Cuando alguien os pregunte "¿Por que ha subido Gasolina?". Cuando nosotros le digamos a alguien "¿Por qué me ha dejado?". Cuando en una reunión moderna tengamos que decidir "¿Quién es el responsable de la eclosión del grunge en los noventa?"

Respondamos siempre: Stanislav Petrov.

Stanislav Petrov era un Teniente Coronel de las fuerzas ICBM soviéticas, allá en el 83. El 26 de septiembre, en un bunker a las afueras de Moscú, sentadito en su sillita, detecta por satélite a las 00:40 un lanzamiento desde suelo americano. Sus órdenes son, naturalmente, reportar cualquier actividad a sus superiores... unos superiores que creen firmemente en la posibilidad de que el premier americano Reagan inicie un ataque preventivo sobre la URSS, sobre todo después del derribo de un avión Koreano con ciudadanos estadounidenses la semana anterior (el vuelo 470). Stanislav decide que si los yankees atacasen por sorpresa, no lo harían con un solo misil -por muy multibalístico que fuera- y asume unilateralmente que se trata de un error del sistema de detección. A los tres minutos detecta cinco lanzamientos mas. El Teniente Coronel Petrov tiene que decidir que hace. Seis misiles intercontinentales MIRV pueden arrasar treinta objetivos con una potencia muy superior a la de la bomba de Hiroshima o la de King Africa. Eso si puede ser un ataque, supone. Pero de pronto se da cuenta de que no es posible. Decide que nadie sería tan tonto, que no puede ser. Por que no. Su momento de Fe en la Humanidad le impulsa a callarse como una puta, y permanece a la espera de acontecimientos sin transmitir un sólo mensaje a los silos soviéticos. Sabe que si lo hace, el mundo se acaba. Sabe que si se equivoca, morirán cincuenta millones de rusos. Y sabe que, pase lo que pase, a él se le caerá el pelo fijo fijo. Sólo tiene que coger el teléfono y el mundo se acaba. Pero decide no hacerlo, y esperar. Afortunadamente no tiene que hacerlo durante mucho tiempo, porque en menos de veintitres minutos todo estará decidido. Una señal equivocada es posible, razona... seis señales equivocadas... es demasiada casualidad. Y aun así, tiene fé en ese 0,0001% de posibilidad de seis fallos del sistema concatenados. Conoce muy bien las probabilidades.

Todos sabemos que nada sucedió esa noche. La gente escuchaba en primer single de los Smiths o el último de Joy Division en las discotecas de Manchester y nunca sospecharon que durante unos minutos, la música estuvo a punto de apagarse pero de verdad.


El otro día leí un artículo sobre este hombre y lo encontré apasionante. Vaya como homenaje a todos esos héroes desconocidos.


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